Una larga cadena de trágicos amores atormenta al vizconde Benedick, Francis Alistair Rohan. Frío y cínico, está cansado de los volubles juegos de la vida y desea una esposa rectada y decente a la que pueda ignorar mientras satisface sus apetitos sensuales.
Lady Melisande Carstairs no es nada menos que un torbellino en la vida bien planeada de Benedick. Poseída por una gran energía un el alma de una reformista, Melisande siempre vence, ya sea salvando las almas descarriadas o seduciendo al hombre del que desgraciadamente se ha enamorado. Cuando informa a Benedick que el refugio de su hermano ha pasado del simple libertinaje carnal a la violencia sádica, este se siente obligado a investigar en secreto.
Serie La Casa de Rohan
3-EN NOMBRE DE LA VENGANZA:
Una belleza destrozada. Una bestia cruel.
La encantadora Miranda Rohan, después de perder la buena reputación y sufrir el rechazo de su círculo social, aceptó con rebeldía la libertad de los que no tenían nada que perder. Sin embargo, aquel peligroso modo de vida la empujó hacia el poder del enigmático y oscuro Lucien de Malheur, a quien muchos conocían por el sobrenombre de Scorpion.
Lucien, para conseguir la destrucción de los Rohan, atrapó a Miranda en un matrimonio aparentemente basado en la amistad, pero que tenía su raíz en la venganza. Sin embargo, incluso cuando Miranda descubrió la verdad, su enemistad alimentó una pasión escandalosa, y tal vez algo más. Un hombre así podía conducir a cualquiera al asesinato…
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2-Juegos de seducción:
Adrian Alistair Rohan había perdido la fe, se había convertido en un devoto miembro del Ejército Celestial y se había abandonado a la búsqueda del placer, a la seducción y al libertinaje, en compañía de bellas mujeres. Era rico, encantador y experto en las artes amatorias, y nunca fracasaba en sus conquistas… hasta que conoció a Charlotte Spenser. Charlotte se enfrentaba a un futuro desolador, sin pasión, pero eso no era de la incumbencia de Adrian, que la veía como un juguete hasta que llegara una presa mejor. Sin embargo, más allá de su apariencia sosa y sin gracia, Charlotte era una mujer tan brillante como deliciosa, y después de que Adrian hubiera conseguido atraerla a su mundo, ella se convirtió en la seductora, y él en el seducido…
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1-Tras la máscara:
Pocos intrusos tenían acceso a las juergas indecentes que los miembros del Ejército Celestial llevaban a cabo en el más absoluto secreto. En el seno de esa sociedad secreta, numerosos aristócratas ingleses exiliados se reunían para dar rienda suelta a sus deseos carnales, pero pocos podían competir con el insaciable apetito de su provocador anfitrión, el misterioso vizconde Rohan. Y es que para el vizconde, la búsqueda del placer físico no era sólo su pasatiempo favorito, sino una apremiante necesidad, hasta que en su camino se cruzó una mujer fascinante que no se dejaba amedrentar. La virginal y empobrecida Elinor Harriman encontraba espantoso el oscuro ejercicio de seducción del vizconde, al mismo tiempo que intrigante… y en secreto se sentía atraída por el hombre que se ocultaba detrás de la máscara del deseo.
EL VALS DEL DIABLO:
Christian Montcalm era un hombre práctico. Y también un granuja sin un céntimo, pero su plan de seducir y llevar al altar a la deliciosa señorita Hetty Chipple pondría remedio a ese engorroso inconveniente. Sin embargo, un obstáculo de lo más fascinante hacía peligrar sus esperanzas.
Annelise Kempton no deseaba otra cosa que interponerse entre aquel despreciable canalla y la fortuna (por no hablar de la virtud) de su joven pupila. Annelise entendía muy bien la desesperación de quien se encuentra en apuros, pero estaba dispuesta a encargarse personalmente de que Montcalm no se saliera con la suya. El único escollo que había en su camino era un hombre cuyo encanto de donjuán podía tentar a una santa, o condenar a una redomada solterona a noches en blanco… presa del deseo de dar su merecido al diablo.
DESEOS OCULTOS:
Elizabeth de Bredon era una mujer independiente que estaba decidida a ser monja, pero en el trayecto hacia el convento de Santa Ana su convicción empezó a flaquear. No se sentía tentada por los frailes que la escoltaban, sino por el hombre que los acompañaba y que tenía que hacer penitencia por sus muchos pecados. Ella había oído hablar de la forma en que el príncipe William trataba a las mujeres, y aunque sabía que el hijo del rey era muy dado a las mentiras, a la crueldad y al asesinato, le costaba resistirse a su encanto.
Pero cuando el viaje tomó un cariz traicionero y las mentiras empezaron a quedar al descubierto, los brazos del peligroso príncipe se convirtieron en el único lugar seguro. Mientras la traición les pisaba los talones, tenían que enfrentarse a una venganza despiadada… y a sus propios deseos pecaminosos
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