Betsy Tilman siempre tiene razón. O quiere tenerla. O cree que la tiene. En todo caso, nunca da el brazo a torcer. Salvo honrosas excepciones: el viaje a las tierras del vizcondado de Torrington, donde vive su mejor amiga, Connie Flint, la actual vizcondesa, que está a punto de dar a luz, es una de las raras ocasiones en que deja de lado el criterio propio. Accede a viajar junto al hermano de Connie, su empleador, a pesar de que poco tiempo pueden estar sin gritarse.
Betsy Tilman, cabe aclararlo, es una mujer decidida, con ideas de avanzada para el siglo xix, pero, sobre todo, independiente: desde muy joven ha tenido que ganarse la vida y adora la libertad que le otorga no depender de otro. Y, a pesar de las constantes discusiones con Matthew Flint, no deja el empleo bajo su tutela, porque se ha encariñado con el resto de los miembros de la familia. O eso dice.
En el viaje, para evitar los altercados continuos, ambos urden una apuesta: el que se irrite con el otro deberá pagar una prenda. Los resultados de esa nueva situación son tan imprevistos como la historia de la bestia que asola los bosques del condado de Torrington, que escuchan al llegar.
Entonces, las cosas se precipitan: la desaparición de Betsy, el esfuerzo denodado de Matthew por encontrarla, un casamiento imprevisto e hilarante, el deseo del uno por el otro, un nacimiento, una nueva desaparición y el misterio insondable del monstruo que acecha la vida de todos.
El destino de Connie Flint:
Connie Flint es un torbellino. Hija de una familia burguesa que se ha beneficiado con la Revolución Industrial, no se halla entre las nuevas amistades de la familia. Prefiere, en cambio, tocar el violín en los bajos fondos londinenses, entre rateros y bohemios, entre bebedores y artistas. Connie Flint quiere, sin saberlo, ser una heroína de su tiempo, de su propia historia. Se reúne con las mujeres que comienzan a proponer el sufragio femenino, discute con hombres acerca de los derechos que debe tener una mujer, detesta que le digan que se comporte como una dama. Entonces, el torbellino que es la envuelve con la fuerza de dos personas que ruedan por una escalera cuando conoce el socio de su hermano mayor: un estirado vizconde que solo abandona la preocupación por una banda de ladrones que amenaza la industria que construye al verse envuelto en el huracán de Connie. Pasan muchas cosas: un casamiento que se precipita y amenaza ser disparatado, un viaje a París que puede terminar en tragedia, una joven herida víctima de la banda de ladrones que es clave para encontrarlos, la convicción de Connie de que hacer de su vizconde alguien menos estirado es también la forma que tiene de ser una heroína, de encontrar, sin miedo ni vacilaciones, el destino.
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